La Vall d'Ebo es una pequeña población agrícola de origen musulmán, con unos 200 habitantes.
Como curiosidad, su riqueza orográfica le hace ser uno de los enclaves preferidos de los equipos de ciclismo nacionales e internacionales para entrenar, así como para los amantes del senderismo y los deportes de riesgo.
La principal agricultura, aparte de la cereza, son los árboles de perelló: una manzana autóctona (entre golden y pera) con un sabor dulce y muy especial, que aguanta varios meses.
Nos encontraremos en la avenida Marina Alta, donde se encuentra el museo etnológico. Expone una colección de utensilios y curiosidades aportados por los vecinos del municipio: utensilios de cocina, aperos de labranza, mobiliario, vestimentas, etc. También hay una reproducción de las pinturas de arte rupestre y de las cuevas subterráneas.
Continuamos hasta la plaza de la Església pasando por delante del ayuntamiento. Visitamos la iglesia de Sant Miquel, de estilo barroco, construida en 1623. Durante la Guerra Civil solo se salvó una hermosa talla de la Virgen de los Desamparados del siglo XVII de la escuela de Vergara.
Seguidamente, iremos hasta la estación del Caragol, un lugar donde la gente siempre se sorprende por la curiosa historia que esconde. Calle arriba, iremos hasta la antigua almazara de los Frau, la plaza de Benisuai, la cooperativa de la Verge dels Desemparats y el cine.
Una visita imprescindible es la cueva del Rull, que se encuentra a 1,5 kilómetros del casco urbano. Destaca por su belleza y riqueza en estalactitas, estalagmitas y formaciones caprichosas con diferentes coloridos.