Dejando atrás la concurrida playa del Arenal y dirigiéndonos al sur, llegamos a cala Blanca. Si continuamos andando unos 300 metros más, llegaremos a una segunda cala, lugar elegido para nuestro recorrido marino. Se trata de una pequeña cala que cuenta con una punta que se introduce como apéndice rocoso en el mar. Desde aquí podemos entrar al agua y descubrir un brillante fondo de roca. La profundidad es muy reducida, un metro, aunque a medida que nos alejamos irá aumentando progresivamente. Ya girada la punta y abriéndonos al mar, se accede a una frondosa pradera de posidonia oceánica. Si nos vamos acercando a la lengua de roca por la parte norte, vuelve el arenal y después, nuevamente, la amplia plataforma rocosa tapizada de algas. (1)
(1) Información extraída de la web de turismo de Xàbia.