Benitachell, municipio de costa ubicado en el sudeste de la comarca. Situado a 142 metros de altitud y con una extensión de 12,7 km² distribuidos entre calas y acantilados y campos cultivados de viñas en la falda del Puig de la Llorença (435 metros). Tiene un total de 4.447 habitantes conocidos con el gentilicio de pobleros y pobleras.
HISTORIA
El pueblo está enclavado en un lugar espectacular de la costa de la Marina Alta, entre el cabo de la Nau y el cabo de Or, entre acantilados que esconden pesqueras en las calas Llebeig, Moraig y Testos, con un patrimonio natural subacuático y geológico destacable: un río subterráneo, fallas y cuevas al lado del mar.
Respecto a los primeros indicios de poblamiento, hay que remontarse a 18.000 años atrás, con la cueva del Moro y los materiales paleolíticos, calcolíticos y de la Edad del Bronce que allí aparecieron. Ya en época ibera encontramos restos en otras partidas, como el Tossal de l’Abiar y la cueva de las Bruixes, donde los hallazgos muestran que también fue un lugar de ocupación romana de explotación agrícola concentrado principalmente en L’Abiar. A parte de L’Abiar, una buena muestra para ver los diferentes asentamientos más antiguos es la cueva de las Bruixes, donde además de material ibero y romano también se han encontrado silos excavados en la roca para almacenar cereales junto con materiales cerámicos de época andalusí.
Uno de los legados más relevantes de la época islámica es la aportación toponímica que incluso aparece en el nombre del municipio, Benitachell (con referencias de Benitagell). Otros topónimos destacables son los nombres de algunas partidas como Lluca, Abiar, Alcassar, Moraig (Almoraig), Benicambra, etc. Con la llegada y conquista de Dénia por los cristianos en 1244, empezaron a ocupar el resto de territorios y poblamientos próximos, como El Poble Nou de Benitatxell. La carta puebla que otorgaron los Reyes Católicos en 1497 es destacable, pero parece que esta no acabó de arraigar y, junto a la expulsión de la población morisca de 1609, supuso el despoblamiento y abandono de las antiguas alquerías árabes de L'Abiar y de Benitagell entre 1609 y 1617. A partir de esta fecha se inició la repoblación con cristianos viejos de Mallorca, cuenca baja del Segre y Lleida principalmente, aunque parece que no será hasta 1698 cuando definitivamente se afinque población estable en el actual casco urbano.
Otras historias más recientes llenan estas tierras, como el bandolerismo de la zona y sus escondrijos, como el de la cueva de las Bruixes, donde los bandoleros quemaban azufre y alimentaban el miedo de la población con leyendas de brujas para evitar que se acercaran. O épocas duras como los tiempos de posguerra y la supervivencia de las familias pobleras con la ayuda de las pesqueras en los riscos, que eran refugios colgados en los acantilados para poder pescar a l’encesa (técnica rudimentaria para pescar de noche con la luz de una lámpara que atrae el pescado). Para conocer todas estas historias existe ‘Un museu al vent’, una herramienta digital a medio camino entre una app y unas rutas propuestas.
FIESTAS
- La fiesta de Sant Antoni se celebra el 17 de enero.
- Las fiestas de la Rosa se celebran en torno al primer domingo de mayo.
- Las fiestas mayores se celebran las dos últimas semanas de julio y duran 12 días.
GASTRONOMÍA
- El puchero es típico de toda la Marina. No obstante, en este municipio se acompaña con pelota dulce, diferenciándolo así del resto de poblaciones.
- El cruet se hace con pescado de roca, típico de la zona, que le da un sabor muy característico y concentrado al plato.
- Las habas son un producto muy arraigado en el municipio. Esta legumbre se cosecha en abril. Los platos más típicos de habas son faves sacsades (habas cocidas con embutido y pimentón) y arroz caldoso con habas.
- Los caspells de pasas es un exquisito dulce que combina una pasta sencilla de harina, aceite y azúcar con almendras y pasas de moscatel.